No lo celebra, lo entierra.
Se propuso cambiar sus morritos, alargarlos, notar las arrugas que esos días debía estrenar.
Es fácil, es un día, uno de esos días.
Uno de esos días para enterrar.
Pepito Grillo intenta hacer su trabajo pero la niña no escucha el sonido de sus patas.
La niña, por esta época del año, no entiende de Pepitos ni de Grillos.