Suena ahí fuera.
Al compás, siempre.
Te dejas llevar.
Lo intentas.
Lo consigues.
¿Lo quieres?
Por un momento crees, eres, quieres,... quieres.
Algún día, sí, algún día.
Una y otra vez.
Una y otra vez.
Por un momento... vale la pena.
Siempre ha valido la pena.
Ves color, todo a color. Te ciega.
Ciega que al cerrar los ojos por fin consigue ver.
Escucha, escucha.
Te repites, te convences.
Ahí viene, casi lo has conseguido.
Calla.
Matas la escucha.
Por fin.
Y ahora, ¿qué queda?
Foto:Pretty-As-A-Picture
4 comentarios:
no queda nada hasta que no asumes el vacío y te partes la polla o los ovarios de él, K. Deberías saberlo. Besos cocainómanos.
Es precioso K, es el silencio, es la nada inundándonos.
Un beso.
Queda gozar de la sensación personal e intransferible de pertener al más puro silencio, de estar fundida con la propia esfera temporal en la que estás… algo muy próximo a la felicidad extrema…
Todos los hombres, mujeres y niños deberían ver el desierto, al menos, una vez antes de morir. No hay nada en kilómetros a la redonda. Nada excepto arena, rocas, cactus y el cielo azul. No hay ni un alma, ni sirenas, ni alarmas de coche, nadie agobiándote, ni locos soltando tacos o meando en la calle. Allí encuentras el silencio. Encuentras la paz. Encuentras a Dios.
Así que, conduciremos hacia el oeste…
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